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Carla y Andrés | Colombia

Hoy tengo la gran oportunidad de compartir mi experiencia personal en lo que ha sido la causa más importante de mi vida, ser mamá.

Teniendo 32 años me enfrento a mi imposibilidad para concebir hijos de manera natural,  para una mujer a esta edad y con un gran deseo de ser madre esto puede ser algo así como el diagnóstico de una enfermedad terminal, aunque suene exagerado inicialmente fue muy doloroso para mí pues la maternidad estaba muy ligada a la idea de realización personal y de familia en el que había construido mi plan de vida.

Pasados unos meses y de acuerdo con mi esposo decidimos que era el momento de buscar información sobre los mejores institutos y médicos que había en Colombia pues sabía que en estos casos el tiempo es oro.

Lo primero que hice fue acudir a mis amigas cercanas para preguntarles si conocían casos de amigas o familiares que pudieran ayudarme y efectivamente encontré información valiosa y ante todo apoyo al comprobar que como yo muchas mujeres han pasado por esta situación y que lejos de ser una especie de condena terminó por convertirse en una experiencia apasionante e inolvidable que ha marcado mi vida y la de toda mi familia.

Antes de hacer mi primera consulta sobre procedimientos de fertilización asistida, empecé a acariciar la posibilidad de ser mamá, soñaba con estar embarazada y muchas veces de camino a mi casa sola en mi carro, me repetía una y mil veces en voz alta que yo Sí lograría ser mamá, fue tal vez en esos momentos que me llené de fe y de fuerza para asumir con toda la determinación que haría lo que estuviera a mi alcance para lograrlo.

Y es aquí donde empieza un camino de tres años y medio de exámenes, consultas, cirugías, novenas a cuanta santo o santa milagrosa me recomendaran, medicina alternativa; inclusive llegué a pegar una foto de una revista en la que salía un mujer embarazada para que todos los días mientras me preparaba para ir al trabajo esa linda mujer me recordara que sí se podía.

Durante esos tres años vivimos momentos muy duros pues mis posibilidades cada vez se veían más lejanas, sin embargo, continuamos ensayando medicamentos y ayudas naturales de esas que recomiendan las abuelas, con la esperanza de que pronto las cosas empezarían a cambiar, pero el tiempo pasaba y cada mes era como la cuenta regresiva que avanzaba sin pausa pero a la vez era un recordatorio de la promesa que tenía en mi corazón y que me hacía perseverar.

En mi familia por fortuna encontré todo el apoyo y aunque no llegamos a tocar expresamente el tema de la adopción, era una alternativa que estaba ahí a la espera de lo que pudiera suceder.

En mi caso personal sentía un gran alivio el compartir con alguien todo lo que me ocurría, afortunadamente conté con el amor y el apoyo de familia, mi madre, mi hermana y mis amigas más cercanas.

Finalmente en su condición de mujeres podían entender un poco mejor mis sentimientos, incondicionales hasta el punto de ofrecerme su vientre para que lograra mi propósito, esas son palabras mayores, un ofrecimiento de esta naturaleza logra conmover las fibras más profundas del amor.

Mi esposo, siempre ahí silencioso y paciente esperando el momento en que me derrumbaría, realmente fueron muchos esos momentos en lo que me vi a punto de tirar la toalla pero su presencia y su paciencia fueron su gran aporte.

En ocasiones cuando los exámenes daban resultados muy desalentadores yo le decía todo lo contrario “Todo va muy bien, es solo cuestión de paciencia” todavía no sé si él se lo creía… Sin embargo y a pesar de su gran deseo de ser padre, gracias a él éste no era el tema central de nuestra vida en pareja, nuestras conversaciones giraban en torno a muchos otros temas y así la vida transcurría con normalidad aunque en mi cabeza solo estaba la idea de ser mamá…

Finalmente y por gracia de Dios y de la ciencia médica mi condición cambio justo en el momento en que ya mis energías y mi optimismo escaseaban, pero de repente surgía la oportunidad de un tercer ciclo de Fertilización In Vitro, jugándome los restos tanto física como emocionalmente, por fortuna para mí, tanto los médicos como mi familia nuevamente se concentraron en esta nueva oportunidad rodeándome con alegría y optimismo.

Pues bien, para alegría de todos logramos mi embarazo que entre otras cosas transcurrió con muchos sobresaltos pero no vale la pena entrar en esos detalles pues hoy puedo contarles con emoción y gratitud infinitas que soy madre de un hermoso niño de 1 año.

Las emociones y sentimientos de las mujeres alrededor de la maternidad son diferentes y este testimonio únicamente pretende contar una vivencia que puede servir a aliviar en algo la ansiedad que puede llegar a darse en estas situaciones pero el mensaje es solo uno: el amor y la fe pueden con todo, por esto me atrevería a darles unas respetuosas sugerencias a quienes estén iniciando este camino.

  1. Entender claramente el diagnóstico y construir una comunicación muy franca con el médico, esto necesariamente incluye una relación de mucha confianza y empatía.
  2. Asumir un tratamiento de fertilización asistida como un proyecto que se ejecuta por etapas y que debe ser llevado a cabo con todo el compromiso y disciplina, así como en el caso de un deportista que se entrena para su competencia más importante.
  3. Buscar apoyos en el aspecto emocional como la familia, amigos, otras personas o parejas con casos parecidos,  siempre existirá alguien cerca que quiera compartir su experiencia.
  4. Mucha comprensión por parte de la familia y apoyo en los momentos definitivos con actitud positiva en cuanto al resultado, los negativos sobran en estos casos.
  5. Por último y siendo lo más importante, una FE inquebrantable.

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