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¡ES UN NIÑO! Carta de un papá a su bebé

Hijo, hoy, a través de estas palabras quiero contarte un secreto; un secreto que he callado y guardado en mi corazón por miedo a ser juzgado o verme “débil” ante la sociedad.

No quiero que pienses que callar es la mejor opción siempre, pero fue la que yo elegí para darle fortaleza a tu mamita cuando las noticias no eran positivas y necesitábamos fuerza para continuar.

Te estarás preguntando ¿de qué hablas papá?, pues te lo voy a contar.

Cuando tu mamá y yo decidimos que era momento de complementar nuestra familia con un bebé, la ilusión de tenerle rápido en nuestra casa empezó a ser la razón para levantarnos cada día. Siempre tuvimos claro que queríamos un hijo y hasta entonces pensábamos que era algo fácil, pues tus tíos ya eran papás y los amigos cercanos también.

Como hermano mayor entre dos hombres y una mujer, sentía la responsabilidad de continuar con el legado y costumbres familiares. Tus abuelos hicieron un muy trabajo conmigo y tus tíos, nos enseñaron la importancia de la familia y lo afortunados que son los hermanos al tener amigos bajo el mismo techo.

Siempre tuve en mente tener dos o tres hijos, pues quería que ellos sintieran lo mismo que yo al crecer en una familia grande y unida. Sin embargo, todo ese ideal empezó a cambiar cuando con tu mamá nos dimos cuenta que necesitábamos ayuda de expertos para lograr un embarazo.

¿Expertos? Si, buscar un bebé no era tan fácil como en algún momento pensamos y al parecer no lo íbamos a poder lograr.

Al principio, en medio de mi carácter rudo y “machista”, pensé que tu mamá debía someterse a exámenes o consultar para saber qué era lo que pasaba, pero me llevé una gran sorpresa cuando después de algunos estudios nos dicen que tu mamita estaba sana y que el diagnóstico de infertilidad era mío; mis espermatozoides eran pocos y no tenían buena calidad.

No sabía que pensar en ese momento, me quedé en silencio y solo pregunté si había alguna opción. Al recibir una respuesta positiva, ignoré mis sentimientos y simplemente dije “vamos a hacer lo que sea necesario”.

Por dentro estaba derrumbado, pero por fuera le decía a tu mamá que nos preocupáramos, que todo estaría bien y que yo estaba dispuesto a someterme a un tratamiento.

Tu mamá, a diferencia mía era muy expresiva y todos los días me hablaba del tema, y aunque nunca me hizo sentir culpable, por dentro yo sentía una responsabilidad y peso gigante, que se aumentó cuando me di cuenta de todo lo que tú mamita también debía afrontar por mi “culpa”.

Lloré, recé, busqué un segundo diagnóstico (que dio los mismos resultados) y peleé conmigo mismo, pero siempre en silencio. Nunca me desahogué con nadie, tenía que hacer como si nada pasara porque le pedí a tu mamá que no le contáramos a nadie

Como hombre sentí que mi mundo estaba derrumbado y me dejé afligir más por pensar en lo que quizás pensaría la sociedad de mí; pasó mucho tiempo y aunque físicamente era “fuerte”, con cada consulta o procedimiento, mi autoestima bajaba más y llegué a pensar que no sería capaz (pero nunca se lo manifesté a tu mamá).

Después de mucho silencio, peleas internas y disgustos con tu mamá, porque según ella a mi me daba igual todo, por fin un 3 de junio me dieron la mejor noticia de mi vida ¡VENÍAS EN CAMINO!

Ese instante se convirtió en mi desahogo, lloré todo lo que en algún momento me aguanté, abracé a tu mamá como si no hubiera un mañana y agradecí a Dios y al médico por siempre estar ahí.

Después de ese día entendí que los hombres no tenemos la responsabilidad de ser “fuertes” y que quizás el hablar con alguien me hubiese servido para sobrepasar el sentimiento de culpa y así darle más apoyo a tu mamá. Nunca tuve que demostrar nada a nadie, solo tenía que vivir mi proceso y aceptarlo. No soy menos que nadie por tener un diagnóstico de infertilidad, por el contrario, me siento más fuerte que muchos al ser capaz de enfrentar mi condición y luchar hasta el final.

Hoy, que me entero que será un NIÑO, me salen estas palabras desde el corazón. Porque quiero decirte que NUNCA ESTARÁS SOLO, y que cualquier situación que vivas puedes hablarla conmigo. No te juzgaré, no te haré sentir menos que nadie, no te haré a un lado. No importa la condición, debemos estar orgullosos de lo que somos, porque el hecho de ser hombres no nos quita la sensibilidad, las ganas de llorar, las ganas de abrazar.

Hoy después de mucho callar, grito al mundo entero que eres mi felicidad. De ahora en adelante no me avergonzaré de contar la historia que tu mamá y yo vivimos para tenerte con nosotros. No me avergonzaré al decir que tengo un problema de fertilidad y que a pesar de eso soy papá ¡TE AMO HIJO MIO!

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